Bendecido para ser una bendición

24 de agosto de 2016

 

Y el Señor dijo a Abram: Vete de tu tierra, de entre tus parientes y de la casa de tu padre, a la tierra que yo te mostraré. Haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. Génesis 12:1-2

 

 

Hemos visto las publicaciones de Facebook e Instagram celebrando la compra de un nuevo auto, de un nuevo empleo o de un reciente viaje de fin de semana. No olvides de añadir #bendecido (con toda humildad antes de hacer el clic para publicar). Después de todo, no quieres sonar como si te estuvieras vanagloriando, ¿verdad? Todos hemos sido culpables de hacer una “vanagloria humilde” de una u otra manera. Debido a las redes sociales, hoy en día, se ha hecho casi demasiado fácil comparar los eventos exitosos y la “vanagloria humilde” que se hacen por las bendiciones que llegan a nuestras vidas. Durante ese proceso, hemos perdido la perspectiva de lo que Dios originalmente quiso decir con el término “bendición”.

Cuando escogemos seguir el llamado de Dios en nuestras vidas, las bendiciones siguen. Pensemos sobre esto. El llamado supremo en la vida es seguir a Jesús. Responder a ese llamado nos pone en una relación correcta con Dios. Somos perdonados de nuestros pecados y recibimos victoria sobre la muerte. El llamado a seguir a Jesús nos lleva a una vida abundante y significativa. Eso nos conduce a tener bendiciones mayores.

Si le has dicho “sí” a Jesús, ya has sido bendecido mucho más allá de lo que pudieras merecer. Pero recuerda: Dios nos bendice para que seamos una bendición. Las bendiciones no nos vienen para que las acumulemos, sino para que las compartamos.

Si Dios nos ha perdonado mucho, necesitamos perdonar a otros de una forma muy generosa. Si se nos ha dado mucho, necesitamos dar generosamente a aquellos que estén necesitados. La próxima vez que te sientas #bendecido, pídele a Dios que te muestre cómo puedes utilizar esa determinada bendición para convertirla en una bendición para otros.