CONCECUENCIAS DE PERMANECER EN TIERRA

13 de julio de 2014

«Lávame más de mi maldad, y límpiame de mi pecado. Porque yo reconozco mis rebeliones, y mi pecado está siempre delante de mí.» – Salmo 51:2-3

En febrero de 1998, el caso de Karla Faye Tucker llegó a su fin cuando ella se convirtió en la primera mujer ejecutada desde la Guerra Civil. Tucker fue hallada culpable de matar a dos personas con una pica hielo. Lo que hizo la ejecución aún más inusual fue, que había miles de personas pidiendo que su sentencia se redujera a la vida en prisión. Ese grupo incluía a Juan Pablo y Pat Robertson (normalmente un defensor de la pena de muerte.) Esta compasión no era debido a su sexo, sino porque mientras ella estaba en la cárcel se convirtió en una devota cristiana nacida de nuevo. Este caso plantea una cuestión interesante. ¿Por qué sufrir el castigo por nuestros pecados, incluso después de que Dios nos ha perdonado? ¿Acaso él la perdona o no?

Sí, por supuesto, Dios perdonó a Karla Faye, así como Él perdona a cualquiera que realmente se arrepiente. Jesús murió por nuestros pecados, pero entiendo que el sacrificio era para que nosotros estemos bien con Dios, no para protegernos de las consecuencias terrenales. El ladrón aún debe enfrentar la cárcel, el niño va a ser disciplinados por sus padres, y el adúltero aún enfrenta el riesgo de perderlo todo.

Mira la historia de David. Después de haber sido culpable de adulterio, abuso de poder, asesinato y encubrimiento, la culpa de su pecado se aferró a él donde quiera que iba. Entonces, él confesó su pecado a Dios antes de un sacerdote y fue perdonado por Dios al instante. Ahora, algunos de ustedes están diciendo, «Bueno, eso es totalmente injusto. Escuche. ¿Me estás escuchando? Mientras que Dios perdonó a David al instante, no elimino las consecuencias negativas de sus pecados. Por el resto de su vida, se encontró con las consecuencias de sus pecados a través de desilusiones en su familia.

Con el arrepentimiento y la confesión, Dios perdona al instante. Pero Él no elimina las consecuencias de nuestro pecado. Tenemos que vivir con las consecuencias.