La Felicidad es: Estar en Paz

13 de septiembre de 2016

“Bienaventurados los pacificadores, porque serán llamados hijos de Dios”. – Mateo 5:9

Un pacificador es una persona que hace el esfuerzo de traer reconciliación a relaciones que están rotas. Es una persona que hace el esfuerzo, con valentía, cuando no pudiera haber buenos resultados al hacerlo. Esto puede suceder cuando un consejero contacta a una esposa y un esposo que están de camino al divorcio y les ayuda a reconciliar su matrimonio que está en riesgo. Sin embargo, la paz no pudiera llegar si los esposos (separados) no están ambos dispuestos a perdonarse, re-comprometerse a amarse y a respetarse mutuamente.

A veces, el ser pacificador es muy peligroso. Sólo tienes que preguntarle a un agente policial de cuáles son las llamadas más temerosas que recibe y te va a decir que son las llamadas de abuso doméstico. El agente policial entra a rescatar la esposa que está siendo abusada y en el proceso, a veces, ella entonces se va en contra del oficial.  Ser pacificador no es un ejercicio fácil. Pacificar tiene un gran riesgo. Es por eso que la mayoría de la humanidad decide no involucrase.

Jesús es el supremo pacificador de toda la historia. Él vino a reconciliar el hombre pecaminoso quien había estado separado de un Dios Santo. No obstante, tenemos que estar dispuestos a aceptar Su oferta de reconciliación–de cambiar nuestra necesidad de ser reconciliados con Dios y aceptar la oferta de Jesús. Cuando hacemos eso, encontramos paz con Dios. Y cuando tenemos paz con Dios, comenzamos a experimentar una doble bendición. Comenzamos a encontrar paz en el interior. Y cuando comenzamos a experimentar la paz en el interior, queremos alcanzar y buscar tener paz con todas las personas, cada vez que nos sea posible.

Después del atento de asesinato de su vida, el Papa Juan Pablo II fue a la cárcel donde tenían al hombre quien le había disparado. Imaginemos a él ofreciéndole perdón a una persona que le había tratado de matar. En vez de buscar venganza, él escogió perdonar y buscar estar en paz con esa persona. Él hizo eso porque Jesús le había perdonado de sus pecados y le había dado paz con Dios. Cuando Cristo le perdonó y le dio paz, él buscó hacer paz con el hombre que había tratado de matarle. Es una historia increíble. Como Jesús vino para ser el supremo pacificador entre Dios y el hombre, él espera que nosotros seamos hacedores de paz. Cuando vivimos de esa manera, Jesús nos llama «hijos de Dios». En resumen, nos hacemos más como Él.