Ama con Todo lo que Tenga

10 de agosto de 2014

 “Acercándose uno de los escribas, que los había oído discutir y sabía que les había respondido bien, le preguntó: ¿Cuál es el primer mandamiento de todos? Jesús le respondió: El primero de todos los mandamiento es: “Oye, Israel: el Señor nuestro Dios, el Señor uno es. Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas.” Éste es el principal mandamiento.  El segundo es semejante: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo.” No hay otro mandamiento mayor que estos.”   – Marcos 12:28-31

¿Cuál mandamiento de Dios es el más importante? Debemos amar a Dios con todo nuestro ser y debemos de amar a nuestros prójimos como a nosotros mismos. Ahora bien, cuando Jesús habla de amar a Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas, ¿qué es lo que Él está diciendo? Él está hablando de amarlo por completo.

¿Alguna vez te has enamorado? Por lo general, en los primeros días de ese romance, hay algunos sentimientos fuertes. Recuerdo cuando me enamoré de Anne. Quería estar con ella todo el tiempo. Después de salir con ella algunas semanas, uno de mis hermanos de la fraternidad me confrontó y me dijo, “¿Qué sucede contigo? Ya no comes con nosotros, ni juega baloncesto con nosotros. La otra noche estábamos todos sentados aquí chismeando en la sala, tú simplemente entraste y te  fuiste a dormir. ¿Qué te pasa?” A mí no me importaba. No me molestaba ni un poco. Mis emociones, mis sentimientos estaban todos envueltos en el comienzo del amor romántico que tenía para Anne. Bueno, cuando llegamos a conocer el amor de Dios en Jesús, no hay nada más que nos importa tanto que nuestra relación con Él.

Pero Jesús continúa diciendo: «El segundo [mandamiento] es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.” A diferencia del amor romántico, este amor no se basa en los sentimientos, sino en el mandamiento de Jesús de amar a nuestros prójimos. Eso quiere decir que debemos mostrar amor y respeto por nuestros prójimos, inclusive cuando esas personas sean unos patanes. Hemos decidido amarles y punto. Eso no significa que esas personas te vayan a agradar. Pero [aun así] demostramos amor por ellos. Tenemos compasión por ellos. Mostramos respeto por ellos. Nosotros hacemos lo correcto para ellos, sin importar cómo nos sintamos. Eso es lo que Jesús quiso decir cuando nos dijo que amemos a nuestros prójimos. Tenemos que amarlos como Dios nos ama a nosotros.

El amor es el motivo principal para obedecer este gran mandamiento. Y porque Él nos amó aun cuando éramos pecadores, debemos amar a nuestros prójimos, inclusive cuando sean personas difíciles de amar.