Integridad

14 de septiembre de 2014

«Además habéis oído que fue dicho a los antiguos: No perjurarás, sino cumplirás al Señor tus juramentos.  Pero yo os digo: No juréis en ninguna manera; ni por el cielo, porque es el trono de Dios;  ni por la tierra, porque es el estrado de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la ciudad del gran Rey.  Ni por tu cabeza jurarás, porque no puedes hacer blanco o negro un solo cabello. Pero sea vuestro hablar: Sí, sí; no, no; porque lo que es más de esto, de mal procede». – Mateo 5: 33-37

Mira lo que dice esta pequeña frase: «No perjurarás, sino que cumplirás al Señor tus juramentos» Así que, a medida que observamos nuestra propia integridad (o falta de), no vamos a escuchar a Jesús decir, «está bien pasar por alto algunas cosas.» ¡Todo lo contrario—Él realmente “aprieta la tuerca” con respecto a la idea de la integridad! Deuteronomio 23:23 dice, «Lo que salga de tus labios, cuidarás de cumplirlo, tal como voluntariamente has hecho voto al Señor tu Dios, lo cual has prometido con tu boca» Ya ves, lo que decimos con nuestros labios y lo que hacemos después, es lo que hace nuestra integridad. Y créanme, Dios toma en serio lo que prometemos a otros. ¡Tanto que a veces, es mejor no prometer nada! En resumen, promete menos (algo menor) y cumple más.

La regla de Jesús es realmente muy simple. «Pero sea vuestro hablar: Sí, sí; no, no; porque lo que es más de esto, de mal procede”. No debería requerir un juramento, una promesa, sino un simple «Sí» o «No». La integridad es mantener tu palabra. Jesús es el ejemplo perfecto de ese tipo de persona. Dios, en la carne, mantuvo Su palabra, incluso hasta Su muerte en una cruz. Estoy tan agradecido de que Jesús siempre mantuvo Su Palabra. Cuando Él dijo que iba a ir a la cruz, fue a la cruz. Y cuando dijo que resucitaría en 3 días, resucitó en 3 días. ¡Qué gran Rey al cual servimos! Él es nuestro Señor y Salvador. Él es el supremo estándar de integridad.

 

(Predicado por Thomas Nelson)